no iba a escribir sobre esto, pero desde el pasado jueves he tenido tiempo para hablar del 9/11 con varias personas, varias norteamericanas, algunas europeas del este y del oeste, y un par de latinoamericanas. las experiencias que nos contamos tenían mucho en común... el miedo y la desconfianza.
el jueves se cumplieron siete años del atentado contra las torres gemelas en NY, tiempo suficiente, como dice Beth, para que todas nuestras células cutáneas hayan abandonado nuestro cuerpo siendo reemplazadas por la nueva piel. pero algo que cogimos aquél día, de la misma manera en que se coge una enfermedad, sigue con nosotros y nos acompaña allá donde vayamos. el miedo a que se vuelva a repetir y que esta vez estemos allá, bajo las torres.
el primer 9/11, el estreno de este terror, lo viví en Bruselas, frente al palacio real, con la guardia formando en el patio y los tanques desfilando hasta tomar posiciones alrededor de los cuarteles de la OTAN. nos llamaron desde EEUU y de Madrid para ver si mi madre tenía algún contacto de habla hispana en New York. todo bastante surrealista y acojonante, porque nosotros no sabíamos nada de la caída, eso lo descubrimos junto a otras muchas personas incrédulas, frente a la televisión de un restaurante que se había quedado congelado. la frase que se repetía era: "Va a haber otra guerra". y fue verdad.. pero no como nosotros pensábamos. en parte porque aquello de que la Casa Blanca estaba en llamas era un bulo, pero eso lo supimos después.
esa primera fue el comienzo de una serie de sentmientos enlazados que se vivieron de manera muy diferente en diferentes partes del mundo. lo que vino después -Londres y Madrid- fue lo que hizo que el paníco cundiera entre quienes saltamos entre países con cierta asiduidad.
mi primer 9/11 norteamericano fue en el 2005... y no tuvo nada de especial, salv que pude conocer de primera mano las vivencias y formas de vivir con el terror en EEUU. desproporcionado en muchos casos.
mi segunda vez fue más acojonante porque, en el 2006, no me di cuenta de la fecha y estaba en downtown LA justo a la hora en que había tenido lugar el ataque, así que pude ver la desolación en la cara de quienes se reunieron en la calle y, más aún, la ausencia de gente en la zona más administrativa de la ciudad, donde hay pequeños parquecitos y muchas cafeterías... nadie. cerca del ayuntamiento tan sólo un grupo de mendigos murmuraban sus letanías en las calles cubiertas de polvo.
hace tres días, aquí en Utrecht, viajaba en el autbús universitario hacia el campus de la ciudad. estaba rodeado por cientos de estudiantes pero una cosa llamó mi atnción: un chico jóven, de unos 20 años o así, pulsó el botón de parada, cogió una caja -como de zapatos- que llevaba en el regazo y la metió cuidadosamente debajo de unos de los asientos. selevantó y se bajó del bus.
tuve que obligarme a no salir yo también del vehículo, de no saltar antes de que las puertas se cerraran.
l que hice a continuación fue muy cobarde, muy poco cívico y bastante sensato. me quedé sentado durante los diez minutos extra que duró el viaje. mirando a la caja. poco antes de llegar a mi parada -curiosamente Heidelberglaan- la chica sentada sobre la caja le pegó un golpe con los piés y la sacó de allí, sin ninguna sorpresa, con curiosidad. la abrió y la volvió a tirar bajo sus piés mientras hablaba con su compañera. al llegar al campus ví muchas de esas cajas junto a la parada, en las papeleras. eran algo así como un wellcome kit que la universidad había regalado unas horas antes, según me contaron luego. pero para mí había sido un símbolo del peligro potencial, de la facilidad con que se puede matar a decenas o cientos o miles- de personas.
no hace falta decir que no me gusta el hecho de que encontrarme convertido en racista -el chico tenía la piel más oscura que la mía. de haber sido diferente posiblemente yo hubiera reaccionado de manera diferente- y en un cobarde.
pero no lo puedo evitar.
[esta entrada debería haber sido publicada el domingo 14 pero debido a ciertos problemas técnicos, como no tener acceso a la red, aparece hoy martes y sin imágenes]
16.9.08
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