Auguste Rodin, el pintor francés, y Reiner Maria Rilke, el poeta alemán, eran amigos. nada sexual, que se sepa. el uno tenía treinta y cinco años más que el otro y aún así, hasta sus últimos momentos, pareció disfrutar de más vitalidad que el joven alemán.
pero estoy empezando este post de manera demasiado rara, incluso para mi gusto.
Rilke se encargó de ciertas labores administrativas para Rodin entre 1905-1906 a quien admiraba. la unión de esta extraña pareja nos ha dejado documentos interesantísimos de este par de gigantes, cada cual en lo suyo, que convivieron en una mansión de la campiña francesa hasta que dejaron de aguantarse. cuenta Rilke en sus diarios que el maestro Rodin gustaba de levantarse muy temprano para trabajar, por cosas de la luz y el paisaje, por lo que obligaba al poeta a caminar durante horas buscando la inspiración en el frío aire matinal... para luego volver a la calidez del estudio en que el genio pintaba y esculpía. cuando el poeta preguntaba porqué tanta urgencia por hacer cosas, el pintor respondía que es necesario trabajar para hacer un buen trabajo -algo así como lo que decía Picaso sobre que la musa te pille con un pincel en la mano-. así que Rilke, que tampoco era ningún chiquillo a sus 30 años, se desquitaba en las páginas de su diario parodiando al anciano "Travailler, toujors travailler".
pero sorprende, al mirar la fecha de esas anotaciones en clave de queja sostenida, que tengan lugar un par de años después de que él mismo emepezara a escribir y asesorar sobre poesía al joven Franz Xaver Kappus, cadete de la escuela militar Wiener Neustadt en 1903. esas misivas se convertirían en las famosas Cartas a un joven poeta que aún ahora suenan con fuerza para quienes se quieren dedicar a mundo de la escritura. si las queréis leer, aquí están. son una especie de "cómo escribir buena poesía" al estilo de principios del siglo pasado.
¿a donde voy con todo esto?. al margen de las anécdotas es sí, que visten mucho, me llama la atención como en un documento, las cartas, él se muestra como una persona sosegada, en la cumbre del éxito literario y en el otro los diarios, llora día sí y día no porque el pintor le saca de la cama o porque no sabe qué pensar de la mujer de Rodin... haciendo corta una historia larga: en todas partes hay juegos de máscaras* y todo maestro tuvo su maestro.
me hace pensar en lo necesaria que es la humildad y en lo poco que la ejercitamos públicamente.
* sin relación directa con el blog poético
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