estoy tratando de encontrar un piso para vivir en Utrecht. la idea era compartirlo con una compañera de Colombia para reducir los precios -alarmantemente altos- del alquiler en esa ciudad holandesa. ayer conocí la posibilidad de compartir un piso con mi compañera y con otra chica rusa, así que todo parece más o menos solucionado. pero hablando con la chica rusa me di cuenta de que su novio es de Barcelona y por eso habla perfecto español. averiguando un poco más veo que en el grupo de gente que estamos en el máster europeo, casi nadie tiene como lugar de residencia en los últimos años un sólo sitio, sino que hemos ido cambiando de localización por motivos de trabajo o estudios o ambos. en mi caso viví dos años en EEUU, uno en España y medio -o así- en Alemania, así que mi ficha ya empieza a estar cubierta :)
saber esto me hizo recordar una conversación que tuve con Noelia, vieja amiga educada en Oviedo hasta los 16, después en una escuela internacional en Hong Kong hasta los 18, carrera en Bath -Inglaterra- y Seattle y regreso triunfal a España. es decir, que ella también tiene lo suyo en cuanto a movimientos migratorios. por eso su opinión sobre estos temas me merece cierto respeto. ella fue la primera en contarme anécdotas imposibles de este mundo con extensión de pañuelo que se crea en el momento en que pegas un par de saltos viviendo con gente "internacional". por ejemplo: conoces a alguien en un avión en Inglaterra que lleva una camiseta de una universidad norteamericana a la que asistió una amiga tuya -española- y hablando descubres que los dos eran buenos amigos. cosas de esas por las que intuyes que la gente que se mueve por estos circuitos son casi siempre l@s mism@s y encontrar conexiones es frecuente, aunque suene muy raro y, supongo, muy snob.
al final, de la gente que participa en el máster, volviendo al inicio de la reflexión, hay dos que pueden conocer a una excompañera de trabajo en Pomona -California- y la chica con la que compartiré -quizá- piso, fue a la misma universidad y en la misma especialidad que otra excompañera rusa... así que si cualquiera de estos links funcionan, mi teoría acerca de los flujos migratorios-académicos va a ponerse a la misma altura que la conspiración masónica con el número 47.
saber esto me hizo recordar una conversación que tuve con Noelia, vieja amiga educada en Oviedo hasta los 16, después en una escuela internacional en Hong Kong hasta los 18, carrera en Bath -Inglaterra- y Seattle y regreso triunfal a España. es decir, que ella también tiene lo suyo en cuanto a movimientos migratorios. por eso su opinión sobre estos temas me merece cierto respeto. ella fue la primera en contarme anécdotas imposibles de este mundo con extensión de pañuelo que se crea en el momento en que pegas un par de saltos viviendo con gente "internacional". por ejemplo: conoces a alguien en un avión en Inglaterra que lleva una camiseta de una universidad norteamericana a la que asistió una amiga tuya -española- y hablando descubres que los dos eran buenos amigos. cosas de esas por las que intuyes que la gente que se mueve por estos circuitos son casi siempre l@s mism@s y encontrar conexiones es frecuente, aunque suene muy raro y, supongo, muy snob.
al final, de la gente que participa en el máster, volviendo al inicio de la reflexión, hay dos que pueden conocer a una excompañera de trabajo en Pomona -California- y la chica con la que compartiré -quizá- piso, fue a la misma universidad y en la misma especialidad que otra excompañera rusa... así que si cualquiera de estos links funcionan, mi teoría acerca de los flujos migratorios-académicos va a ponerse a la misma altura que la conspiración masónica con el número 47.
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