ahora que estoy paseando a mi madre y su amiga por Heidelberg me doy cuenta de la cantidad de cosas a las que me he acostumbrado de la forma de vida alemana. ya no me extraña que mezclen zumo de manzana y agua con gas; ni que la jerarquía en la calle sea bici-peatón-animal-coche; o que todo el mundo tenga claro que merece la pena pagar 2€ por UN pimiento rojo... siempre que en su cultivo no haya participado ningún agente químico artificial; o que lo más normal al llegar a cualquier casa sea quitarte los zapatos y enseñarle al mundo tus hermosos calcetines.
esas cosas ya no me extrañan y al principio lo hicieron. así que ahora, otra vez, so un snob por haberme adaptado rápidamente a ciertas costumbres y a veces preferirlas a las pátrias. ¿quiere eso decir que todo lo extranjero es mejor para mí?. no. españa sigue siendo, en mi opinión, el mejor lugar del mundo (por mí) conocido para vivir... pero es verdad que ciertas acciones encuentran respuesta afectiva natural y positiva en mi pequeño corazón glob/snobalizado. me gusta que se recicle todo, y que te premien por devolver botellas de vidrio (todas y en casi cualquier parte!); me gusta que se vea la ciudad como un espacio de responsabilidad compartida -sin llegar a la paranoia de los eeuu-; es genial que estando en la ciudad puedas llegar a perderte en un bosque; me agrada ver como se han comprometido a mantener un desarrollo eléctrico haciendo que la energía alternativa -tomada en serio, nada de cuatro molinos y mucha intención hippie-ignorante, disminuya la carga que soportan las varias centrales nucleares; también me gusta su visión del cuerpo humano como algo natural -en españa sigue teniendo una carga construida que la pervierte-; me gusta cómo ven el sexo. mucho.
y eso es interesante comunicarlo.
16.3.08
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